Buenos días, Cristo reina, nos vamos preparando para la oración de la mañana.
https://bit.ly/MtnezLabrador_DejandoHuella
cerramos nuestros ojos y abrimos nuestro corazón para dejar pasar a Jesús, ¡que
cómodo está Jesús cuando está cerca de nosotros!
Le vamos a decir que le queremos
mucho e incluso, podemos mandarle un beso.
Pocas veces miramos hacia atrás para ver que huellas hemos dejado en los demás.
Eso le pasó al personaje de nuestro cuento.
Lorenzo, siempre intentaba ayudar, hacía lo posible para no dañar a los demás. Era
especialmente sensible a la injusticia, a la envidia de los otros o a los juicios de valor que,
a veces, recibía por parte de algunos extraños o conocidos.
Aquel día, el ánimo de Lorenzo estaba especialmente gris y se preguntaba si, realmente
había sido capaz de dar significado a su vida, de hacer El BIEN.
Lorenzo decidió pues, tomarse un tiempo para reflexionar sobre su pasado, su
presente y su futuro. Así que puso algunas cosas en su mochila y partió en dirección al
monte. Pensaba que el silencio de la cima y la visión del valle podría ayudarle a poner en orden sus pensamientos y sus sentimientos. A medida que iba subiendo montaña arriba, la luz del día iba declinando y cuando llegó a la cima del monte, atardecía y su poblado se veía hermoso, rodeado de la suave luz del sol al atardecer. – Por un peso te alquilo el catalejo – le dijo un viejo que apareció de repente con un pequeño telescopio plegado entre sus manos. – De acuerdo, dijo Lorenzo, dándole la moneda que pedía. Cogió el catalejo y fue enfocándolo intentando buscar la plaza donde estaba su casa. De repente, algo le llamó la atención: un intenso punto dorado brillaba en el patio del edificio de la escuela. Lorenzo separó sus ojos de la lente, parpadeó varias veces y volvió a mirar de nuevo. El brillante punto dorado seguía allí. – ¡Qué raro! - exclamó Lorenzo, sin darse cuenta de que hablaba en voz alta. – ¿Qué es lo raro? – le preguntó el viejo. El punto brillante en medio del patio de la escuela – dijo, pasándole el catalejo al viejo. – Son huellas- dijo éste. – ¿Qué huellas? – ¿Recuerdas que un día? Deberías tener unos siete años. ¿Miguel, un amigo de tu infancia lloraba desconsoladamente en la escuela? Su madre le había dado unas monedas para comprar el lápiz que necesitaba en su primer día de clase, y él había perdido el dinero y lloraba a mares. ¿Recuerdas que tenías un lápiz nuevo que |
estrenabas aquel día? Tú, Lorenzo, cortaste el lápiz en dos mitades, sacaste la punta a la mirad cortada y diste la mitad nueva del lápiz a Miguel. – No me acordaba de esto – dijo Lorenzo – pero ¿qué tiene que ver con el punto brillante? – Miguel nunca olvidó tu gesto y este recuerdo se volvió importante en su vida. – ¿Y...? – Hay acciones en la vida de una persona que dejan huellas en la vida de otros – explicó el viejo. Todas las acciones que ayudan al desarrollo de los demás, quedan marcadas como huellas doradas. Lorenzo volvió a mirar hacia su pueblo y vio que estaba lleno de puntos brillantes, huellas doradas iluminando la noche. Tomó su mochila, devolvió el catalejo al viejo y buscó el camino de vuelta a su casa. ¿Qué huella quieres dejar en la vida? ¿A qué esperas...? Tú también puedes ser autor de un montón de huellas doradas. |
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"Hoy, JESÚS, prometo ser amable y ayudar a los demás, dejando huella en sus
corazones. Con cada acción, grande o pequeña, puedo hacer del mundo un lugar
mejor. ¡Que este día esté lleno de sonrisas y buenas acciones!"
Rezamos todos juntos el Padre Nuestro.
En palabras de José Gras: “Proponeos todos los días hacer algún bien”.
CRISTO VENCE, CRISTO REINA, CRISTO IMPERA, CRISTO LUZ INFINITA, ALUMBRA
NUESTRA INTELIGENCIA, AMÉN.
¡Que hoy dejéis muchas huellas de bien en el corazón de los demás!
¡Feliz día!