Martes 4 octubre 2022

Buenos días, CRISTO REINA, nos preparamos para la oración.



Comenzamos en el Nombre del Padre, del Hijo, del Espíritu Santo, amén.

¿Sabías que el 4 de octubre está dedicado al patrono de los veterinarios y de aquellos que dedican su vida a cuidar de nuestros bosques? Hoy es el día de San Francisco de Asís, reconocido siempre por la especial conexión que mantenía con los animales y la naturaleza. 

Francisco era un niño italiano de la ciudad de Asís. Desde muy pequeño le gustaba quedarse observando la naturaleza y los animales. Vamos a cerrar los ojos, respiramos profundamente y vamos a imaginar que Francisco es nuestro amigo y estamos pasando un día con él. Vais caminando juntos, camino del colegio, y de repente os encontráis una araña pidiendo ayuda. La pobre se había enredado con su tela y gritaba:

- Socorro, socorro... ¡Me ahogo! - decía la araña angustiada.

Francisco escuchó los gritos de la pequeña araña y no dudo en ir a socorrerla.

- Quédate quieta, no te muevas arañita que poco a poco te voy a desenredar - le dijo el niño.

La araña se quedó inmóvil y Francisco con mucha paciencia le fue desenredando la tela del cuerpo. Cuando la araña se sintió liberada, llena de alegría le dijo:

- Muchas gracias, me has salvado la vida.

Francisco miró a la araña y le dijo:

- No he sido yo quien te ha salvado, sino Dios que me permitió poder escuchar tus gritos y venir a ayudarte.

La arañita se quedó callada por un momento y le dijo:

- Entonces tendré que dar las gracias a Dios - tras una breve pausa confesó - No sé cómo hacerlo, no le puedo ver.

- No hace falta verle con los ojos hay que sentirlo con el corazón. Agradécele con el corazón, Él te va a escuchar y le hará feliz saber que estás bien.

Y así hizo la arañita, agradeció a Dios el haber hecho posible que ese niño pasará cerca y le hubiera ayudado. 

Francisco y tú os marcháis felices al colegio. A la salida, escucháis el lamento de un pequeño gorrión que llamaba a su mamá.

Francisco acercándose al gorrión le pregunta:

- ¿Qué te pasa? ¿Por qué estás llorando?

- ¡Hola! Me he perdido y no encuentro a mi mamá - dijo el pequeño gorrión.

- ¿Qué ha pasado? ¿Cómo te has perdido?

 - Mi mamá me dijo que no podía salir a volar solo, contestó. Pero a mí me gusta mucho volar, ¿sabes? Y estaba disfrutando del vuelo viendo los paisajes, cuando me di cuenta que ya no podía ver mi nido. Ahora no sé dónde está mi mamá - el pequeño gorrión comenzó a llorar de nuevo.

- Te queremos ayudar, cuéntanos ¿qué había cerca de tu nido? -le preguntó el niño.

- Pues, hay una campana muy grande que a veces suena muy fuerte. Cuando suena aparecen persona que entran dentro del lugar donde está la campana - contestó el pequeño gorrión.

- ¡Ya sé dónde está tu nido! ¡Está cerca de la iglesia! - exclamó contento Francisco. Y añadió - no te preocupes, te llevaré hasta donde tu mamá; pero no le vuelvas a desobedecer.

La mamá gorrión, muy contenta de estar de nuevo con su pequeño, os dice:

- Muchas gracias por traer a mi pequeño de vuelta a su casa.

- Ah, pero no es a mí a quién debes de agradecer, sino a Dios que hizo posible que escuchara el llanto de tu pequeño - comentó el niño Francisco.

- ¿Pero cómo voy a poder dar gracias a Dios si no sé dónde vive? Le preguntó la mamá gorrión.

- Es fácil, Dios vive en tu corazón porque es de allí de donde sale todo el amor y Dios es amor. 

De regreso a casa, véis una flor que estaba tirada en el camino.

- Oh, pobrecilla - pensáis- alguien debió de arrancarla y ahora no puede ni comer ni beber... ¡Me la llevaré a casa y la plantaré en el jardín! Exclamó Francisco.

Y así hizo, cuando llegó a su casa plantó la flor en el jardín, le echó agua y con dulces palabras le dijo:

- Aquí vas a estar bien, yo te cuidaré.

Al día siguiente, cuando Francisco fue al jardín se encontró con una flor radiante y feliz. Se había recuperado durante la noche. Cuando la flor vio al niño empezó a mover sus pétalos alegremente diciendo:

- Gracias, gracias, gracias... por cuidarme y darme este hogar tan bonito.

El niño sonrió feliz, al ver que la flor estaba recuperada, y añadió:

- Fue Dios quien te puso en mi camino de regreso a casa, dale a Él las gracias.

- ¿Y cómo podré darle las gracias si no puedo moverme? No podré ir hasta donde Él está. ¿Me podrás llevar tú? Le preguntó la flor.

- No hace falta que te lleve a ningún lugar, Dios está dentro de ti. Dios es esa energía que hace que desprendas ese aroma tan agradable, es esa energía que hace que tus pétalos sean tan coloridos y nos permita maravillarnos con tu belleza - exclamó el niño admirando la belleza de la flor.

Así fue como la flor desde ese día, resplandecía alegre y regalaba su esencia a todo que pasaba cerca de ella. Sabía que Dios estaba con ella en cada momento y eso la tenía repleta de felicidad.

Francisco seguía agradeciendo a Dios por permitirle disfrutar de las maravillas que había creado. De poder admirar las perfectas creaciones que hacen algunos animales como la tela de su amiga la araña, o deleitarse con el canto de los pájaros como el del pequeño gorrión o contemplar la belleza de las flores y plantas, como su pequeña florcilla que cada día estaba más hermosa.

Francisco creció amando la naturaleza, admirando la creación de Dios. Nunca dejó de darle gracias por el hermoso regalo que habíamos recibido, nuestro planeta Tierra.

¿Y tú, agradeces cada día a Dios ese gran regalo que es nuestro planeta? Te propongo que cada día te fijes en alguna de las maravillas de la naturaleza, el sol, las flores, los animales, el viento… y des gracias de corazón por ello. 

Con este deseo, nos damos la mano y rezamos juntos un Padre Nuestro.

Cristo vence, Cristo Reina, Cristo Impera, Cristo luz infinita, alumbra nuestra inteligencia, amén.

¡Qué tengáis un buen día!


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