Martes 8 octubre
Buenos días, CRISTO REINA, nos preparamos para la oración…
Respira hondo, deja que llegue el aire a tus pulmones y abre tu corazón a Dios, dedicándole estos primeros minutos de la mañana. Haz silencio en tu interior y escucha... Por unos momentos desconecta de todos los ruidos...escucha los latidos de tu corazón, siente a Dios que te espera.
Comenzamos en el Nombre del Padre, del Hijo, del Espíritu Santo, amén.
Texto del Evangelio (Lc 10,38-42): En aquel tiempo, Jesús entró en un pueblo; y una mujer, llamada Marta, le recibió en su casa. Tenía ella una hermana llamada María, que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su Palabra, mientras Marta estaba atareada en muchos quehaceres. Acercándose, pues, dijo: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola en el trabajo? Dile, pues, que me ayude». Le respondió el Señor: «Marta, Marta, te preocupas y te agitas por muchas cosas; y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola. María ha elegido la mejor parte, que no le será quitada». Palabra de Dios.
Todos tenemos muchas cosas que hacer, desde que nos levantamos por la mañana, vamos al cole, luego quizás tengamos alguna actividad extraescolar, los deberes, estudiar… y en todo ese tiempo ¿nos paramos en algún momento a escuchar a Jesús?
Vamos siempre con tanta prisa que se nos olvida, y, aunque sabemos que Él siempre está con nosotros, tenemos que intentar sacar un momento especial sólo para Él.
No sabemos cuál era la necesidad de María en ese momento, pero la verdad es que todos nosotros y todas nosotras, en todo momento, necesitamos oír la palabra de Dios. Si estamos tristes y atravesando un momento difícil en nuestras vidas, siempre nos da alegría y consuelo. Y si estamos alegres por algo bueno que nos ha pasado, esa alegría se multiplicará al compartirla con Él.
