Oración Jueves 11 de abril de 2024

 

Buenos días, Cristo Reina, nos preparamos para la oración….

 

Buenos días, Cristo Reina, comenzamos la oración de la mañana…

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo…

 


https://www.youtube.com/watch?v=HH-ggbGWLw0

 

Antes de comenzar este ratito contigo Jesús, ayúdanos a calmarnos a poder estar tranquilos para sentirte cerca… respiramos profundamente…nos sentamos de manera cómoda… y nos preparamos para escucharte señor. 

 

En este tiempo de Pascua, no hemos de olvidar el gran sacrificio que hicistes para salvarnos. Como superaste a la muerte para que nosotros pudiéramos tener vida eterna a tu lado. 

Quiero caer en la cuenta en este momento de oración de si yo también soy capaz de sacrificar cosas por los demás, o si vivo bajo mi egoísmo, un egoísmo que me ciega y me hace olvidarme de todo lo bueno que puedo ofrecer a la gente que me rodea. 

 

Podemos pasar por la vida haciendo muchas cosas, pero hagamos lo que hagamos, sólo dejaremos huella por el bien que hayamos hecho y sembrado a nuestro alrededor.

 

Y es que el amor que damos y el bien que hacemos, deja una marca imborrable en el corazón de las personas que lo han recibido. Seguro que a ti no se te olvidarán las personas que te han hecho algún favor por pequeño o grande que haya sido; por haberte dejado algo que les pediste o sin pedirlo; por haberte ayudado en algún momento o por haber estado a tu lado cuando más lo necesitabas. Como ves, uno no puede olvidar el bien que le han hecho los demás.

 

Cada día se nos presentan muchas ocasiones donde podemos ayudar en algún pequeño o gran detalle a los que están con nosotros en casa, en el colegio, en la calle, etc.

 

¿Te has parado a pensar alguna vez en todo lo bueno que haces o podrías hacer cada día a las personas que te rodean?

 

Si no lo has hecho, párate ahora unos minutos, y piénsalo mientras escuchas la siguiente historia….

 

Había una vez un pueblo llamado Tikaidonde todos sus habitantes eran muy pobres pero vivían felices. Una noche llovió tanto que la corriente del río creció y se llevó por delante una casa del pueblo. La familia que allí vivía pudo salvarse, pero se quedó en la calle y sin nada. El agua se lo había llevado todo. Al día siguiente todos se lamentaban de lo sucedido. Rápidamente hubo una persona que los acogió en su casa hasta que encontraran un nuevo sitio donde vivir. Aunque lo tenían difícil.

Todos estaban muy apenados. Aquella noche uno de los vecinos no podía dormir pensando cómo podría ayudarles. Pero era tan pobre que no sabía cómo. Hasta que se le ocurrió una idea. Se levantó rápidamente de la cama, se vistió como pudo y arrancó cuatro ladrillos de su casa. Los puso en una bolsa, y aprovechando la oscuridad de la noche para no ser visto, fue a dejarlos enfrente de la casa donde estaba acogida aquella familia.

A la mañana siguiente, cuando salió el sol, sólo se oía una palabra en las calles de Tikai: «¡Milagro!». Una y otra vez no dejaba de repetirse en boca de todos. Y es que, enfrente de la casa donde estaba la familia acogida, aparecieron montones de ladrillos, de vigas, de tejas, de baldosas, de azulejos, de puertas y ventanas, y no sólo eso, también había camas, mesas, sillas, armarios. O sea, todo lo necesario para hacer una nueva casa.

Nadie se explicaba lo que veían sus ojos. Pero lo cierto era que bastaba echar una mirada a todo el pueblo para darse cuenta de lo que había ocurrido. En todas las casas faltaba algo. Aquella noche se les había ocurrido a todos la misma idea: compartir algo de su casa con aquella familia. Y para sorpresa de todos, habían conseguido solucionar el problema. Ahora, con gran fiesta, se pusieron manos a la obra y construyeron la casa en lugar seguro.

El pueblo de Tikai había hecho realidad el mayor de los milagros, el de la Solidaridad.

 

Ayúdanos señor a saber mirar a nuestro alrededor y caer en la cuenta de las necesidades de quienes nos rodean. 

Danos ánimo para salir a socorrer a todo aquel que nos necesite.

Que no seamos indiferentes ante las preocupaciones el otro. 

Hazme cada día más semejante a ti Jesús.

En decía el padre Gras“Sirviendo bien a Dios, nadie será defraudado.

Y ahora, con este propósito vamos a rezar juntos el padre nuestro:

 

Padre nuestro que estás en el cielo, 

santificado sea tu Nombre;

venga a nosotros tu Reino;

hágase tu voluntad 

en la tierra como en el cielo.

Danos hoy 

nuestro pan de cada día;

perdona nuestras ofensas,

como también nosotros perdonamos 

a los que nos ofenden;

no nos dejes caer en la tentación,

y líbranos del mal. Amén.

 

 

 

 

CRISTO VENCE, CRISTO REINA, CRISTO IMPERA, CRISTO LUZ INFINITA, ALUMBRA NUESTRA INTELIGENCIA, AMÉN.

 

¡Qué paséis un buen día!

 

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