Miércoles 8 de febrero
Buenos días. Cristo Reina. Comenzamos la oración en el nombre
del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cerramos los ojos y
escuchamos con atención la música. Nos vamos acomodando en nuestro sitio y
vamos respirando profundamente.
Sin embargo, para
ello, es necesario conectar primero con nuestro interior porque solo ahí
podemos encontrarnos con Él, Dios, que siempre está tendiéndonos su mano para
ayudarnos en nuestro caminar diario, pero ¿y nosotros nos detenemos a
escucharlo o estamos demasiado ocupados con nuestro quehacer diario?
En este momento,
vamos a seguir concentrados en la música y vamos a poner especial atención en
el mensaje que Dios nos envía.
CARTA
Querido hijo:
Mientras
te levantabas esta mañana, yo te observaba. Esperaba que me hablaras, aunque
fuesen unas cuantas palabras, preguntando mi opinión acerca de algún tema o
agradeciéndome por algo bueno que te hubiese sucedido el día de ayer. Pero noté
que no tenías mucho tiempo porque estabas preparando tu mochila y la ropa para
ir al cole. Seguía esperando mientras corrías por la casa preparándote. Creí
que encontrarías unos cuantos minutos para detenerte y decirme
"HOLA"..., pero estabas demasiado ocupado...
Para
ver si por fin me percibías, encendí el cielo para ti, lo llené de colores y
dulces cantos de pájaros..., pero ni siquiera te diste cuenta de ello. Te miré
mientras ibas rumbo al cole y esperé pacientemente todo el día. Con tantas
actividades supongo que... estabas tan ocupado para decirme algo.
De
regreso a casa intenté conectar contigo una vez más. Para ello, hice que el sol
iluminara tu camino, pero tampoco te diste cuenta.
Después,
una vez en casa comiste y encendiste el televisor. Yo volví a esperarte
pacientemente.
Al
final del día, noté tu cansancio, entendí tu silencio y apagué el resplandor
del cielo, pero no te dejé a oscuras. Lo cambié por un lucero... Verdaderamente
fue hermoso, pero no tuviste interés en verlo.
A la
hora de dormir percibí tu agotamiento, dijiste buenas noches a tu familia,
caminaste hacia tu cama y casi de inmediato te dormiste. Acompañé con música
tus sueños, mis animales nocturnos se lucieron. No hay problema... porque
quizás no te des cuenta que siempre estoy ahí para ti.
Tengo
más paciencia de la que te imaginas. Quisiera enseñártela para que puedas
tenerla con los demás.
Te amo
tanto que espero todos los días una oración y el paisaje que diseño cada
amanecer es para ti.
Bueno...
hoy comienza un nuevo día y no me queda otra cosa que entregarte todo el amor
que siento por ti y continuar esperando que, al menos, en el día de hoy me
dediques sólo... un poco de tiempo.
Que tengas un buen día...
Dios.
REFLEXIÓN
Si te
detienes unos momentos y dejas de pensar en otras cosas, y le das a Él tu
atención, escucharás al Señor…
Aprovecha
este instante para dirigirte a Él desde lo más profundo de tu corazón y da
gracias por esta nueva oportunidad que tienes para compartir con tus compañeros,
compañeras y profes un nuevo día.
Ahora
abre lentamente los ojos y mira a tu alrededor. Intenta con un solo gesto o una
mirada compartir con el resto de compañeros y compañeras que están ahí contigo
en este momento la energía que has recibido.
AL
CORAZÓN DE JESÚS CORAZÓN DE NUESTRO REY
Únenos a Ti,
líbranos de ser mediocres
e indiferentes,
para que te adoremos cada
día con más amor
y atraigamos a Ti muchas
almas.
Con esa
actitud de encuentro que Jesús espera de cada uno de nosotros, para hacer
reinar a Cristo en nuestro corazón, vamos a rezar juntos el PADRENUESTRO:
Padre
nuestro,
que
estás en el cielo,
santificado
sea tu Nombre;
venga a
nosotros tu reino;
hágase tu
voluntad
en la
tierra como en el cielo.
Danos
hoy nuestro pan de cada día;
perdona
nuestras ofensas,
como
también nosotros perdonamos
a los
que nos ofenden;
no nos
dejes caer en la tentación,
y
líbranos del mal.
Cristo
vence, Cristo Reina, Cristo impera, Cristo luz infinita alumbra nuestra
inteligencia.
En el
nombre del Padre, del Hijo y del espíritu Santo. Amén.
¡Qué paséis un feliz día!