MIÉRCOLES 7 DICIEMBRE
Buenos días, Cristo Reina.
INTRODUCCIÓN:
Hoy nos encontramos todos aquí reunidos en el patio para hacer una oración especial. Juntos vamos a rezar y encomendarnos a José Gras y a la Virgen Inmaculada para que Dios nos conceda el milagro que tanto deseamos: que la Iglesia reconozca la beatificación de José Gras para tenerlo como “santo entre los santos”.
Él mismo nos dice “Orad, orad mucho que la oración bien hecha es omnipotente” (abril 1887).
Pero, ¿por qué nos reunimos hoy día 7 de diciembre? Son muchos los números simbólicos que aparecen en el Evangelio, y que para nosotros también son relevantes. Sin embargo, el “número 7”, asociado a todo lo que simboliza algo pleno, tiene un significado muy especial en la vida de nuestro fundador José Gras.
- Fue un 7 de junio de 1857, al día siguiente de recibir el Diaconado, cuando José Gras visitó la Abadía de Montserrat.
- Fue un 7 de julio de 1859 cuando José Gras predicó en el Convento de las Carmelitas Descalzas de Tarragona.
- Fue un 7 de marzo de 1882 cuando colaboró en la Festividad del Sacro Monte, siendo miembro de la Abadía.
- Y como fecha entrañable, fue un 7 de julio de 1918 cuando… “terminaba la mañana y comenzaba un amanecer vivo y eterno: José Gras y Granollers murió santamente”.
- Vivió como un apóstol y murió como un santo...” Por todos estos motivos y por otros muchos que se perderán en nuestra memoria, los días siete de cada mes no podrán pasar por nuestro corazón, desde este instante, sin un eco que nos evoque y nos haga saborear la vida y la pasión de José Gras.
También hoy pedimos especialmente a María Inmaculada, cuya festividad celebraremos mañana. Ella no conoció pecado, por eso la llamamos Inmaculada. Ella debe ser para nosotros nuestro mayor ejemplo de fe en Dios y nuestro modelo a seguir en este tiempo de Adviento. Jesús nos pide que preparemos su llegada y como dice San Juan al inicio de su Evangelio: “Debemos preparad el camino del Señor, allanando sus senderos”, es decir, trabajando cada día, intentado ser mejor persona y ayudando a los demás para conseguir que la luz se encienda en nuestro corazón.
A continuación, escuchamos en silencio el evangelio donde María muestra su confianza plena en Dios.
EVANGELIO (LC 1, 26-38):
En el mes sexto, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María. El ángel, entrando en su presencia, dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo». Ella se turbó grandemente ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquel. El ángel le dijo: «No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin». Y María dijo al ángel: «¿Cómo será eso, pues no conozco varón?». El ángel le contestó: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer será llamado Hijo de Dios. También tu pariente Isabel ha concebido un hijo en su vejez, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible». María contestó: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra». Y el ángel se retiró.
Palabra de Dios.
REFLEXIÓN DEL EVANGELIO (LC 1, 26-38):
María es el mayor ejemplo de fe que tenemos los cristianos. Ella siempre ha creído y confiado en Dios por encima de todo. Dedicó su vida a Él, pues, desde el día de la anunciación ella acompañaría a Jesús en su camino hasta la muerte en la cruz y su resurrección. Gracias a la gran confianza que María puso en Dios, Jesús pudo vivir entre los discípulos y transmitir la Palabra del Padre. Por eso, María, Madre de Dios y Madre Nuestra, debe ser el mayor ejemplo de fe y amor de los cristianos hacia Dios.
ORACIÓN PADRE GRAS:
La Virgen María junto a su Hijo Dios, eran la luz que guiaba la vida de José Gras. Él también reconocía la grandeza de nuestra Madre María Inmaculada y le rezaba con mucho cariño diciendo:
A nuestra Reina Inmaculada
Virgen sin pecado,
desde el primer instante de tu ser;
Reina de los ángeles y de los hombres.
Te suplicamos nos alcances
una adhesión total a Cristo,
y que nuestras almas, encendidas en el mismo amor
que irradia tu corazón, vivan sin cesar
unidas a tu Hijo y le adoren contigo para siempre.
ORACIÓN CANONIZACIÓN PADRE GRAS:
Oración:
María Inmaculada enséñanos a orar con fe, con ganas, con alegría y confianza.
Rezamos todos juntos:
Dios te salve María
llena eres de gracia
el Señor es contigo;
bendita tú eres
entre todas las mujeres,
y bendito es el fruto
de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios,
ruega por nosotros, pecadores,
ahora y en la ahora
de nuestra muerte. Amén
Cristo vence, Cristo Reina, Cristo impera, Cristo luz infinita alumbra nuestra inteligencia.
En el nombre del Padre, del Hijo y del espíritu Santo. Amén.