Martes, 8-11-22
Buenos días:
Cristo reina, nos vamos preparando para la oración de la mañana…
Canción “Hola Dios – Brotes de Olivo”
Cristo Reina. ¡Buenos días a todos! Respiremos hondo, dejemos que nos llegue el aire a nuestros pulmones, soltamos lentamente y abramos nuestro corazón a Dios, dedicándole estos primeros minutos de la mañana.
En esta mañana, quiero compartir con vosotros este cuento:
“El niño que quería conocer a Dios”.
Había una vez un pequeño niño que quería conocer a Dios. Él sabía que había que hacer un largo viaje hacia donde vivía Dios, entonces preparó una maleta con panecillos y juegos y emprendió su partida.
Cuando había recorrido una parte del camino, se encontró con una viejecita. Ella estaba sentada en el parque, observando algunas palomas. El niño se sentó junto a ella y abrió su maleta. Estaba a punto de tomar su zumo cuando notó que la viejecita se veía con hambre, entonces él le ofreció un panecillo.
Ella lo aceptó muy agradecida. Su sonrisa era tan bella que el niño quería ver esa sonrisa nuevamente, entonces le ofreció a ella un zumo.
Nuevamente ella volvió a sonreír.
El niño estaba encantado. Ellos se quedaron allí toda la tarde comiendo y sonriendo, pero ninguno de ellos decía palabra alguna.
Cuando empezó a oscurecer, el niño estaba cansado y se levantó para irse. Antes de haber dado unos pasos más, él se dio la vuelta y corrió hacia la viejecita y le dio un abrazo. Ella le dio la más grande y hermosa sonrisa.
Cuando el niño abrió la puerta de su casa, su madre estaba sorprendida por la felicidad que el niño demostraba. Ella le preguntó cuál era la causa. Él le contestó:
- He comido con Dios. ¿Y sabes qué? ¡Ella tiene la sonrisa más bella que he visto!
Mientras tanto la viejecita, también con mucha felicidad, regresó a su casa. Su hijo estaba anonadado por la paz que mostraba en su cara y preguntó:
- Madre, ¿qué hiciste el día de hoy que te ha hecho tan feliz?
Ella contestó:
- Comí panecillos en el parque con Dios. ¿Y sabes qué?, Él es más joven de lo que esperaba.
Esta historia nos muestra que podemos encontrar a Dios en todos los lugares y rostros. Desafortunadamente, muchos de nosotros pasamos la vida
buscando una visita de Dios, una señal, pero estamos muy ocupados para reconocerlo.
Te pido que pienses durante unos instantes en esas personas que te has encontrado a lo largo de tu vida, y al igual que el niño y la viejecita, has visto a Dios en ellas. ¡Seguro que son más de las que pensabas!
A continuación, y antes de acabar la oración, rezamos juntos un Padre Nuestro por ellas con tranquilidad y pensando que Dios está en esas personas.
Padre nuestro que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu Reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy
nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.
Finalizamos la oración de la mañana con unas palabras del Padre Gras:
“El verdadero amor no se prueba con deslumbradores discursos ni con melosas palabras;
el amor leal, más que con palabras, habla con obras”.
Cristo vence, Cristo reina , Cristo Impera,Cristo luz infinita, alumbre nuestra inteligencia. Amén