Oración 26 de Mayo
Buenos días Cristo Reina, nos preparemos para la oración de la mañana.
En el nombre del Padre, del Hijo, del Espíritu Santo, Amén.
Tengo en casa a mi mamá
MADRE, MAMÁ, MAMI...qué palabra más bonita. ¿Cuántas veces la usamos a lo largo del día?
Mamá, tráeme...Mamá ¿Qué me has hecho de comer? Mamá, llévame...Mamá, no entiendo esto; Mamá, me he hecho daño...Mamá, dame un beso, Mamá, cuéntame un cuento...
Ya quedan pocos días para que finalice el mes de mayo, el
mes en el que María, nuestra madre y madre de Jesús, se recuerda y se siente de
manera más especial. María, fue madre y educadora, Jesús podía encontrar en
ella un modelo para seguir e imitar, un ejemplo de amor perfecto a Dios y a las
personas. María, ayuda a su hijo Jesús a crecer en sabiduría y a formarse para
su misión. Igual que nuestras mamás nos cuidan y nos ayudan cada día sin
esperar nada a cambio, María, también nos ayuda, siempre está ahí para
protegernos y alentarnos cuando lo necesitamos.
Por eso, debemos acoger a María siempre, no sólo durante
el mes de mayo, sino todos los días del año. Siempre que hablemos de Jesús,
debemos pensar y recordar que María, su madre, fue quien la ayudó a ser él. Y
que siempre, del mismo modo, estará con nosotros. Debemos aprender de ella
actitudes y valores como el amor incondicional, la escucha, la comprensión, la
paciencia, la generosidad,… y recordar que María, nos acogerá siempre, en su
manto materno, al igual que hizo con su hijo Jesús. Y al igual que Jesús, María
está en nuestro corazón.
Os voy a contar una historia que ocurrió en una excursión de primaria.
En una pequeña ladera, con algo de pendiente y gran cantidad de barro, uno
de los niños resbala y cae. Una mezcla de dolor y de vergüenza le llena la cara
de lágrimas y la boca de gritos desesperados, invocando la ayuda de su
madre... madre que en esos momentos se encontraba bastantes kilómetros:
"mamá, mamá, mamá"
Era absurdo, su madre no podría escucharle, pero también es natural, de
pequeño, la madre es la solución para todo.
Oh madre mía, oh madre del cielo, ojalá no deje nunca de ser pequeño en
esto. ¿Por qué tantas veces me empeño en levantarme yo solo? Que en todas
las circunstancias te llame. Además, a nosotros nunca nos separan los
kilómetros...
¡Te llamaré! Y perdona si solo lo hago cuando te necesito, pero... ya
sabes: las personas siempre somos un poco egoístas con nuestras madres.
Mamá, ¡No me sueltes de tu mano!.
Ahora junto a ella rezamos el Ave María.
Escuchamos
las palabras del Padre Grass: “María, siento tanta necesidad de vuestra ayuda,
como el niño que levanta sus tiernas manos hacia su madre en la cuna, mi
pensamiento necesita de vuestro resplandor, y mi corazón de vuestro afecto”
Cristo
Vence, Cristo Reina, Cristo Impera, Cristo luz infinita alumbra nuestra
inteligencia, Amén.
Que paséis
un buen día