Oración de la mañana, martes 15 de febrero de 2022
Buenos días, Cristo Reina.
Comenzamos la oración en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Tratamos de relajarnos y escuchar atentamente. Para ello, vamos a cerrar los ojos, nos sentamos bien en nuestra silla, apoyamos las manos en nuestras piernas e intentamos sentir el suelo bajo nuestros pies. Respiramos despacio y hondo una vez, otra vez, una vez más... Vamos a imaginarnos un camino ¿qué podéis ver en él? Quizás algunas piedras y sombras, pero seguro que también preciosos árboles y flores, bonitos animales y tal vez hasta luces de colores. ¿Y qué podéis ver al final de este camino? Tal vez todavía nada porque estáis demasiado lejos. Bien, pues así es nuestra vida: un largo camino lleno de obstáculos y dificultades pero también lleno de cosas maravillosas.
Y así fue también la vida de Jesús llena de dificultades pero iluminada a la vez por la maravilla del amor.
Evangelio según San Juan:
Este es mi mandamiento: amaos unos a otros como yo os he amado. Nadie tiene mayor amor que el que da la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. No os llamo ya siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su amo; a vosotros os he llamado amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer. No me habéis elegido vosotros a mí, sino que yo os he elegido a vosotros, y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y que vuestro fruto permanezca; de modo que todo lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo conceda. Lo que os mando es que os améis los unos a los otros.
Palabra de Dios.
Reflexión:
Debemos querernos como Jesús nos quiere, pero ¿cómo nos quiere Jesús? Nos quiere gratuitamente, es decir, nos quiere antes de que nosotros le queramos o le demos algo a cambio; nos quiere siempre, hagamos lo que hagamos, porque Él conoce nuestro corazón y nos perdona. Nos quiere mucho, más de lo que nadie puede querernos, aunque no seamos los mejores. Así quiere Jesús que nos queramos unos a otros, a todos los que conocemos, aunque sean diferentes a nosotros y aunque a veces metan la pata.
Jesús tuvo durante su vida que seguir un duro camino que le llevó a la muerte, pero tras la muerte, Jesús resucitó, está vivo, su camino está lleno de luz y de esperanza al igual que el nuestro, porque Jesús es la luz que lo ilumina y esta luz de Jesús está en nuestro corazón. Por eso, debemos ayudar a los demás a iluminar su camino con esa luz, con la luz de Dios.
Le pedimos a nuestro Padre que nos ayude a iluminar el camino de los demás rezándole la oración que Jesús nos enseñó:
Padre nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea Tu nombre;
venga a nosotros Tu Reino;
hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.
Cristo vence, Cristo reina, Cristo impera. Cristo, luz infinita, alumbre nuestra inteligencia. Amén.
Que tengáis un buen día.