Oración de la mañana, 19-10-2021

Buenos días, Cristo Reina.

Comenzamos la oración en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.



Durante la vida pública de Jesús, muchas personas iban escuchando hablar de Él y querían acercarse allí donde Jesús estaba. Los discípulos se encargaban de ayudar a la gente a llegar hasta Él. 
Ellos estaban muy contentos de ver que Jesús era aceptado y que la gente lo quería. Pero Jesús se dio cuenta de que a veces se equivocaban, porque algunos solo valoraban la fama, el éxito y los aplausos, así que les puso un ejemplo: mirad, cuando queremos que crezca una planta, primero plantamos una semilla que tiene que dar un fruto. Al principio la semilla queda enterrada y nadie la ve, ni siquiera se dan cuenta de que está ahí. Y solo mucho después empieza a crecer y a asomar a la planta y el fruto. Pues con el Reino de Dios pasa lo mismo: hay muchas cosas que no se ven y no se aplauden. El amor, muchas veces, es humilde y no va por ahí presumiendo. Y la persona generosa no recibe inmediatamente la recompensa por lo que da. Y yo, también tendré que pasar por el silencio y el rechazo, aunque ahora no lo penséis. Ellos estaban sorprendidos y no terminaban de entender todo lo que Jesús les decía. 


No todo se ve. Lo verdaderamente importante, como el amor o lo bueno que hay dentro de nosotros, no siempre se ve. Muchas veces, también pueden quedar escondidas dentro de nosotros nuestras habilidades, nuestras capacidades. Y eso no lo podemos consentir. Todas esas cosas buenas que tenemos hay que compartirlas, ponerlas al servicio de los demás, para que todos se enriquezcan de ellas.

Os propongo cerrar los ojos y pensar en qué sois muy buenos. Cuáles son las cosas que hacéis tan bien que con ellas podéis ayudar o iluminar a los demás. Esas cosas en las que somos buenos son nuestras cualidades, dones que Dios nos ha regalado y todos tenemos.

(Guardamos un minuto de silencio)

¿Ya has encontrado tu don? Piensa en él: ¿se lo enseñas a todos? ¿Lo pones al servicio de los que te rodean? ¿Ayudas a los demás con él?

Hoy os invitamos a hacer lo que Jesús hizo: iluminar al mundo.

Con sus enseñanzas, sus parábolas, su forma de actuar transformaba los corazones de las personas, los hacía cambiar, los iluminaba hacia una vida mejor. ¿Qué os parece si nosotros nos convertimos también en farolillos? Con nuestras cualidades, podemos ser luz para los demás.

Rezamos juntos el Padrenuestro.

En palabras del padre Gras: Padre y Rey omnipotente, Jesús, concédenos la gracia de conocer y sentir, y de hacer conocer y sentir la dulzura de amarte, la nobleza de servirte y la gloria de adorarte.

Cristo vence, Cristo reina, Cristo impera. Cristo, luz infinita, alumbre nuestra inteligencia.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.


 

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