Oración jueves 20 de mayo

 Buenos días, Cristo Reina


Comenzamos la oración de la mañana

En el nombre del Padre, el Hijo y del Espíritu Santo. Amén

Un hombre estaba perdido en el desierto, destinado a morir de
sed; cuando ya no podía más, se encontró con una vieja cabaña
abandonada, sin ventanas, sin techo. Dio una vuelta alrededor y
exhausto, sediento, sin fuerzas, se dejó caer sobre la poca sombra que
daba una de las paredes.
Mirando a su alrededor, vio una vieja bomba de agua, oxidada.
Pensó que era un espejismo. Se arrastró como pudo y se aferró a la
manivela y, con las pocas fuerzas que le quedaban, comenzó a
bombear, a bombear y a bombear sin parar. ¡Nada sucedió! 
Desilusionado, se dejó caer postrado para atrás. Notó que a su lado
había una botella vieja, la miró, la limpió quitándole el polvo del
desierto y pudo leer en ella un papel pegado que decía:
- Usted necesita primero preparar la bomba con toda el agua que
contiene esta botella. Después, tenga la gentileza de llenarla
nuevamente antes de marcharse.
El hombre, incrédulo, desenroscó la tapa de la botella y allí estaba el
agua ¡la botella estaba llena de agua! Cuando ya iba a beber, se dio
cuenta del dilema: si bebiese aquella agua, podría sobrevivir, pero si la
vertía sobre aquella bomba vieja y oxidada, tal vez obtendría agua
fresca, bien fría del fondo del pozo, y podría tomar toda el agua que
quisiese… o tal vez no, tal vez la bomba no funcionaría y el agua de la
botella se desperdiciaría.
¿Qué hacer entonces? ¿Derramar el agua en la bomba y esperar a
que saliese agua fresca o beber aquel agua vieja de la botella? ¿Creer al
mensaje…; ignorarlo? ¿Debería perder aquella oportunidad por seguir
unas instrucciones que algún otro loco escribió no se sabe cuánto
tiempo atrás…? ¿Qué hacer…?
El hombre en su desesperación sedienta, se entregó a la posible oportunidad y derramó toda 
el agua en la bomba. Se aferró enseguida a la manivela y comenzó a bombear y bombear sin
parar ¡nada, de allí no salía nada! La bomba continuaba con sus chirridos y ¡zas, de repente! 
comenzó a salir un hilo de agua, después un poco más grande y ¡el agua corrió en abundancia! 
¡agua fresca, cristalina! Llenó la botella y bebió con ansiedad, y volvió a llenarla y 
tomó más y se la echó por la cabeza y…
Enseguida, sin perder un minuto la llenó de nuevo, la tapó y la dejó
para el próximo caminante sediento. Cogió el mensaje salvador y le
añadió: “Créame, ¡funciona!”.

Hay que dar toda el agua, antes de obtenerla nuevamente.
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REFLEXIÓN:
Cuántas veces, ante un nuevo proyecto, nos hemos quedado parados.
No hemos sabido reaccionar. No hemos sido valientes.
No nos hemos fiado de quienes nos aconsejaban y animaban.
Los dilemas son difíciles. Pero muchas veces, hay que confiar en los demás, y por supuesto, en 
uno mismo…
Sin confianza, sin fe… la vida es mucho más complicada.
 

 Señor Dios, que sepamos fiarnos de Ti y de los otros.
 Que las señales que nos haces
 en medio de nuestra jornada diaria,
 sepamos descubrirlas.
 Que sepamos ver en cada dificultad una oportunidad.

 Que sepamos distinguir la verdad
 que Tú nos ofreces a través del Evangelio.
 Danos un espíritu nuevo y haz que confíe en Ti, Señor.

Rezamos juntos un Ave María...




Cristo vence, Cristo reina, Cristo impera,
Cristo luz infinita alumbra nuestra inteligencia, Amén.

En el nombre del Padre, el Hijo y del Espíritu Santo. Amén

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