Oración jueves 10 de marzo
Buenos días Cristo Reina, nos preparamos para la oración.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, amén.
Reflexión
Misericordia quiero, no sacrificios. Jesús nos da perfecto ejemplo de lo que es sanar al enfermo, perdonar al que me ha ofendido.
La misericordia es la expresión más alta del amor de Dios. Su modo más grande de amarnos.
Dios quiere siempre nuestro bien y en su pedagogía, sabe esperar el momento correcto para regalarnos sus dones. Quien hace una experiencia profunda de su misericordia, se dará cuenta que la única forma de corresponder al amor, es amando a todos, siempre. “Ve y haz tú lo mismo”. Pero para poder recibir la misericordia es, ante todo, necesario reconocer nuestra miseria, la necesidad que tenemos de que sea Dios quien sane nuestras heridas, nos dé su perdón y derrame su amor sobre nosotros. Él se inclina hacia nosotros. No importa lo profundo de nuestra miseria, lo humillante de nuestra caída, Dios es capaz de encontrar la más mínima huella de arrepentimiento; capaz de encontrar la más pequeña grieta en nuestro corazón endurecido, para poder entrar por ella y reblandecerlo para que sea capaz de latir por el otro, de moverse y conmoverse ante el dolor ajeno, para que se vaya pareciendo cada día más al corazón de Cristo.
Propósito
Hacer un examen de conciencia por cada pecado que descubramos. Nos ponemos en presencia de Dios, rogando a María Santísima sea nuestra compañera y guía en este camino hacia el encuentro con su Hijo Jesucristo.
Ahora todos juntos, rezamos el Padre Nuestro.
Cristo Vence, Cristo Reina, Cristo Impera, Cristo luz infinita alumbra nuestra inteligencia. Amén.