ORACION DE LA MAÑANA: Miércoles 16 de diciembre 2020


 

Buenos días, Cristo Reina.

Comenzamos la oración en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.


Cuento del mendigo

La noche volcaba toda su crudeza sobre las luces de la ciudad. En el rincón desolado de unos almacenes abandonados a su suerte, una luz fría se proyectaba sobre una improvisada casa de cartón. En su interior, una acobijadla silueta se removía buscando el calor de una pequeña hoguera que chisporroteaba en la semipenumbra luchando por sobrevivir a la noche.

El mendigo era de una edad indefinida, como todos los hombres que han sido abandonados a su suerte, su pelo largo y sus barbas arremolinadas en torno a su rostro, lo hacían impenetrable al tiempo, sólo su viva mirada delataba que no subiría de los cincuenta.

 Atizó la lumbre y desempaquetó un mendrugo de pan junto con un brik de vino y un par de latas de sardinas en aceite. El calor del vino empezó a caldear un poco el interior de su cuerpo.

Mientras daba cuenta del trozo de pan y una de las latas de sardinas, empezó a remover dentro de una descolorida mochila y a ir sacando, poco a poco, unas figuritas de Navidad que reposaban en el fondo de la bolsa. El portal de Belén con el niño Jesús, San José, la Virgen, el burrito con la vaca, unos pastorcillos de aspecto alegre y juguetón, los tres reyes Magos a lomos de camellos, todo empezó a tomar posiciones en una esquina de la chabola.

Su vista cansada se tropezó con la mirada sonriente del niño Jesús, que parecía ajeno al frío del exterior. Sus ojos se cubrieron de lágrimas, que comenzaron a deslizarse hasta la pequeña figurilla.

De pronto, un haz luminoso empezó a surgir de las diminutas manos de arcilla cubriendo con su luz el interior de la chabola. El mendigo comenzó a retroceder a la vez que la figura de barro crecía ante su vista perpleja, hasta alcanzar un tamaño real. Parecía como si el Nacimiento hubiera absorbido el entorno en el que se hallaba y el mendigo empezara a formar parte del nuevo escenario. Su posición al lado del Niño que ahora era real, le hacía sentirse parte de otro tiempo y de otro lugar. El frío había sido sustituido por un reconfortante calor que emanaba del interior del pesebre.

El niño extendió sus brazuelos hacia la figura que rebozaba de una olvidada felicidad y el mendigo desapareció entre luces cegadoras.

Ahora, mi nacimiento tiene una figura de un pobre al lado del Niño Jesús su pequeño rostro de arcilla tiene una sonrisa oculta entre los pliegues de su barba que enamora a todo aquel que mira esta figurilla.

Nuestro Señor viene a hacerse hombre. Un hombre rodeado de los más necesitados. 

En esta semanas de Adviento estamos preparando el corazón para la venida y si tenemos un corazón de pobre, seremos ricos ante la mirada del Niño.

Teniendo presente a todos los necesitados del mundo y pidiendo especialmente por aquellos que sienten necesidad, decimos:

Padre nuestro, 
que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.

No dejemos pasar la oportunidad de hacer el bien en este adviento. Continuemos colaborando con la campaña de alimentos porque es tiempo demostrar el bien con obras.


CRISTO VENCE, CRISTO REINA, CRISTO IMPERA, CRISTO LUZ INFINITA, ALUMBRA NUESTRA INTELIGENCIA, AMÉN.

¡Que tengáis un buen día!







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