Martes, 19 diciembre.

Buenos días, CRISTO REINA, nos preparamos para la oración.



Nos ponemos en presencia del Señor, en el nombre del Padre, del Hijo, del Espíritu Santo. Comenzamos la oración de esta mañana serenando nuestro cuerpo, para ello adoptamos una postura cómoda, hacemos una respiración profunda, cogemos aire y soltamos lentamente…abrimos nuestro corazón a Jesús, y le dedicamos estos primeros minutos de la mañana. En el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.


Escuchamos con atención la siguiente historia…

El otro día, Elena, una niña como tú, estaba con su familia buscando adornos navideños en un centro comercial para decorar su casa. Entonces vio a un hombre que, en silla de ruedas, estaba teniendo problemas para desplazarse por el pasillo de la tienda, la cual estaba abarrotada de compradores navideños. 

Elena se quedó observando, pero no supo reaccionar. Cuando el hombre pasó por su lado, Elena recibió un empujón y chocó contra él. Este simplemente dijo “Feliz Navidad” … su reacción dejó a Elena sorprendida, porque pensó que se enfadaría tras recibir el empujón, pero, a pesar de todas las dificultades que estaba teniendo no lo hizo, su persona irradiaba paz.

Esta historia nos recuerda que la Navidad es la paz de Dios que viene a habitar en medio de nuestras circunstancias. Pensad en la primera Navidad, aquella que vivió María cuando dio a luz a Jesús. 

Ninguna mujer quiere dar a luz rodeada de animales y cabalgar sobre un burro durante el noveno mes de embarazo. Sin embargo, cada detalle, cada inconveniente y cada humillación, eran parte del misterioso plan de Dios.

Hoy estamos acostumbrados a ver esta época del año cargada de luces y adornos, pero, si apagásemos la luz del mundo y mirásemos más allá… ¿qué reluciría? … Sin duda alguna la estrella de la fe, esa que nos guía hacia el Señor, un Señor que viene pequeño y humilde, cargado de AMOR y PAZ. Apaguemos las luces del mundo porque, las luces artificiales, frente al lucero divino, no se pueden comparar.

Como podemos leer en el evangelio de San Lucas, —No temáis, os traigo la buena noticia, la gran alegría para todo el pueblo: hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador: el Mesías, el Señor. Y aquí tenéis la señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre.


¡Celébralo! ¡Jesús vuelve a nacer!


Rezamos todos juntos un Padre Nuestro.

Cristo vence, Cristo reina, Cristo impera, Cristo luz infinita, alumbra nuestra inteligencia, amén.



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