Oración jueves 3 de marzo

Buenos días, Cristo reina.


Comenzamos la oración de la mañana, en el nombre del Padre, del Hijo y del espíritu Santo. Amén.


Ayer fue un día muy importante para los cristianos; comenzamos un nuevo tiempo litúrgico, tiempo de cuaresma, 40 días de preparación para la resurrección de Cristo.  Muchos de vosotros seguro que asististeis ayer a vuestras parroquias, ya que era un día importante, miércoles de ceniza.

Ahora os invitamos a que os situéis en una posición cómoda y escuchéis con atención la siguiente historia.


Un árbol es bueno cuando da frutos buenos. Y para que llegue a darlos, el árbol requiere muchos cuidados.

Lo primero que hay que hacer es preparar la tierra para plantarlo; ha de estar la tierra bien regada, sin malas hierbas ni piedras que impidan a sus raíces extenderse y agarrar profundamente la tierra.

Después, es necesario tener una gran paciencia para permitirle crecer a su ritmo. También es necesario darle tiempo para reponer fuerzas, para recobrar la salud. En una palabra, hay que estar pendientes de él con un gran cuidado. Al árbol hay que darle también sus oportunidades.

Hay que podar las ramas secas para que la savia pueda llegar sin dificultad hasta las ramas más pequeñas y más alejadas del tronco.

Hay que apuntalarlo para que resista las tempestades. Si es frágil y está mal cuidado, resistirá poco y será arrancado de cuajo. HAY QUE PRESERVARLO DE LOS BICHOS QUE SE COBIJAN EN ÉL Y LE destruyen quitándole las fuerzas.

Hay que preocuparse de él en todo momento. ¡Entonces sí que será capaz de dar los frutos esperados, sabrosos y nutritivos!

Nosotros somos parecidos a los árboles. Nuestros frutos son nuestras obras y nuestras palabras. Si permanecemos plantados en la Palabra de Jesús, en su Evangelio, entonces daremos frutos -nuestras obras y palabras- en las cuales se podrá saborear la Palabra de Jesús. Si nos preocupamos de que nuestras raíces estén asentadas en Jesús; entonces nuestros frutos serán frutos de amor y no de odio.



Todos juntos rezamos el Padre nuestro.



Cristo vence, Cristo reina, Cristo impera,

Cristo luz infinita, alumbre nuestra inteligencia, amén.


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