Oración de la mañana, martes 29 de marzo de 2022

 Buenos días, Cristo Reina.

Comenzamos la oración en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

Tratamos de relajarnos y escuchar atentamente. Para ello, vamos a cerrar los ojos, nos sentamos bien en nuestra silla, apoyamos las manos en nuestras piernas e intentamos sentir el suelo bajo nuestros pies. Respiramos despacio y hondo una vez, otra vez, una vez más...

Jesús, han pasado ya casi cuatro semanas desde el miércoles de ceniza. Durante este tiempo me he dado cuenta de que constantemente soy tentado: que en el fondo me gusta más ser el primero que el último; que a veces no hago caso cuando mis padres me piden ayudar en casa; que cuando veo a un compañero solo, no quiero dejar mi juego para acompañarle; que en ocasiones no me esfuerzo todo lo que puedo con las tareas del cole porque prefiero terminar pronto...

He comprobado como, en ocasiones, me cierro a toda posibilidad de cambiar, de reconocerte.

También he descubierto que mis pequeños pecados, a veces, no me hacen sentir mal y me cuesta reconocerlos y pedir perdón. En cambio, sí que me fijo en las cosas que hacen mal los demás y corro a decírselas a la seño...

Ya ves, Jesús, que después de este camino de cuaresma que estoy recorriendo, aún tengo muchas cosas que cambiar.

Sin embargo, miro Tu cruz, Jesús, y veo el amor.

Miro Tu cruz, Jesús, y veo al Padre.

Miro Tu cruz, Jesús, y veo a los que lo pasan mal.

Miro Tu cruz, Jesús, y veo la victoria de la vida.

Miro Tu cruz, Jesús, y veo a María de pie, contigo.

Miro Tu cruz, Jesús, y me veo mirado y amado por ti.

Padre bueno, acoge mi pequeño corazón, que anhela tu misericordia y transfórmalo para hacer posible que de la cruz, la que yo tantas veces te cargo, brote de nuevo la vida.

Con el deseo de que Jesús nos ayude a seguir limpiando nuestro corazón durante este tiempo de cuaresma, rezamos la oración que Él nos enseñó:

Padre nuestro, que estás en el cielo,

santificado sea Tu nombre;

venga a nosotros Tu Reino;

hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo.

Danos hoy nuestro pan de cada día;

perdona nuestras ofensas,

como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;

no nos dejes caer en la tentación,

y líbranos del mal.


Terminamos con unas palabras del padre Gras:

Conviértenos y convierte a todos los hombres a ti.
Haz que sea la tierra un lugar donde florezcan todas las virtudes y Corte de universal adoración a Ti.

Cristo vence, Cristo reina, Cristo impera. Cristo, luz infinita, alumbre nuestra inteligencia. Amén.

Que tengáis un buen día.

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