Oración 21 de diciembre

¡Buenos días, Cristo reina! 

Nos preparamos para comenzar la oración de la mañana. 

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Respiremos hondo, dejemos que llegue el aire a nuestros pulmones y abramos nuestro corazón a Dios, dedicándole estos primeros minutos de la mañana. Haz silencio en tu interior y escucha… Por unos momentos desconectamos de nuestros ruidos, escuchamos en el silencio los latidos de nuestro corazón, sentimos a Dios que nos espera.



La noche en que nació el Niño Jesús en un pesebre de Belén, todos los pastores de la zona acudieron a hacerle regalos. Unos le llevaban ovejitas, para que su lana pudiera abrigarle. Otros, leña, para mantener vivo el fuego que alumbraba y calentaba el pesebre. Y otros pastores llevaban grandes ramos de flores para adornar el portal. 

Pero había una pastorcita, Marta, que era muy pobre y no tenía nada que llevar. Ni oveja, ni leña, ni flores. Le daba tanta vergüenza presentarse sin nada ante el niño Jesús, que decidió no ir. Se apoyó en el pozo de su casa y comenzó a llorar. Entonces, vio una estrella muy brillante en el fondo del pozo. Era el reflejo de una estrella que alumbraba con fuerza el cielo.

Marta no se lo pensó dos veces: tiró el cubo al pozo y recogió el reflejo de la estrella. Su cubo, lleno de agua, mostraba la estrella brillar, y ella pensó que sería un fantástico regalo para el niño Jesús.

Así que Marta fue hacia el portal de Belén muy contenta, con su estrella reflejada en el cubo de madera. De vez en cuando la miraba, a ver si seguía ahí. Caminaba deprisa, para no perder su estrella. Al llegar al pesebre, le mostró el cubo al niño Jesús, pero la estrella... ya no estaba. El tejado del pesebre tapaba el cielo y la estrella ya no se reflejaba. Sin embargo, el niño Dios sonrió.

Marta se puso a llorar muy apenada, y de pronto, una de sus lágrimas comenzó a brillar con mucha fuerza. Se desprendió de su rostro y, transformada en estrella, se elevó hasta lo más alto del cielo. Era la estrella más brillante de todas, la más hermosa. Gracias a esta estrella, el resto de habitantes supieron encontrar el lugar donde el niño Jesús acababa de nacer.

Desde entonces, en todos los belenes y en los árboles de Navidad, se coloca una estrella, que hace recordar la historia de Marta, la pastorcilla que sin tener nada, le regaló al niño Jesús lo más hermoso: su amor.

El Adviento está a punto de dar paso al tiempo de Navidad. Dios nos ha dicho en el Niño Jesús que sí, que Él está con nosotros, que Él nos acompaña. Es presencia y protección. Él trae vida para todos: justicia, paz, fraternidad… Abrid el corazón al Niños Dios, preparemos su cuna con mucho amor porque viene a quedarse entre nosotros.


En palabras del P. Gras:

María, llamada feliz, 

por haber sido elevada 

a la dignidad de Madre de Dios 

y más feliz por haber creído, 

alcánzame una fe viva en Jesucristo, tu Hijo.


Rezamos juntos la oración que Jesús nos enseñó:


Cristo vence, Cristo reina, Cristo impera, Cristo Luz infinita alumbre nuestra inteligencia. Amén.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, amén.

Qué paséis un bonito martes, haciendo siempre el bien.


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