Buenos días, Cristo Reina. Comenzamos la oración en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Cerramos nuestros ojos, nos sentamos bien en nuestra silla, apoyamos las manos en nuestro corazón e intentamos sentir sus latidos. Respiramos despacio y hondo una vez, otra vez, una vez más... Vamos a imaginarnos una gotita de agua en la inmensidad del mar. Junto a ella, un barco permanece inmóvil. La gotita, asustada y aturdida, se pregunta ¿qué hago aquí?, ¿qué espera este barco de mí?, yo sola soy incapaz de moverlo. De repente, un grupo de gotitas de diferentes tamaños, se acercan a ella. Todas unidas comienzan a moverse de un lado a otro, dando lugar a una gran ola que consigue mover el barco. Dice el evangelio según San Lucas: Surgió también una discusión entre ellos sobre quién debía ser considerado como el más grande. Jesús les dijo: «Los reyes de las naciones las dominan, y los que ejercen la autoridad se hacen llamar bienhechores. Vosotros no hagáis así, sino que el may